“¿Por qué estoy acá?”, me preguntaba.
Ella también, estoy segura.
La vi por primera vez
en la cola para hacer el check in. Se guardaba a un costado, como ausente, con
el bolso de mano tipo valija apretado a su brazo. “Está todo arreglado, mamá.
Edith te espera en Río. Vos no tenés que preocuparte por nada”. La mujer –la hija- advirtió que una desconocida espiaba la escena y se
la llevó.
“Carla, ¿en dónde estás?”. Guille me despabiló de esa otra
historia. ¿En dónde pensaba que estaba?
“Perdoname, me colgué…”
“Dame los pasaportes y los pasajes.”
El pibe del mostrador solicitaba documentación.
Ya era tarde para escapar.
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