jueves, 22 de noviembre de 2012

Soledades

Ocho de la mañana. Llueve. Estoy por abrir la puerta y suena el teléfono.

¿Está Silvina por favor? Es Patry que como siempre no me reconoce, aunque llame a mi casa y la única que pueda atenderla sea yo. Igual se reivindica rápidamente.

¿Querés que las lleve a la escuela? Increíble pero real. Patry tiene esas cosas que parecen de otro planeta. El circuito empieza por la primaria y termina con dos gurruminas que no entienden por qué está la tía en un auto y qué es eso de llegar tan temprano al jardín y fumarse la pre hora, cuando todavía no aparecieron sus maestras.  Por suerte están Titín y Yuyú y Lulú y Lolo. Juro que no son licencias poéticas. Son los apodos de los amigos de mis hijas. More se hace lugar entre Lolo y Titín. Empieza su jornada.

Y yo me voy. Es una mañana con tiempo (me quedan pocas). El bar está cerrado pero abre. Toco un libro en la cartera. Es recomendación de Dany, otra que sabe de letras (me estoy dando cuenta que hay muchas alrededor mío que saben, me dan un poco de envidia, algún día quiero ser como ellas).

“Tú y yo” es de Niccolò Ammaniti, un escritor romano que nació en 1966. Es un “joven” de la edad de mi Diego. Es un italiano de nuestra generación. Dicen las reseñas que tal vez es uno de los mejores de su generación.

Cuando le preguntan, el autor advierte que para algunos un espacio acotado puede restringir la riqueza narrativa. Sin embargo –asegura- abre a otras posibilidades. Y tiene razón. El hombre se remite a sus propias pruebas. En su historia hay un adolescente que se encierra en un sótano. No sé por qué me parece que hay mucho del escritor en ese chico. Tengo que investigar.

Efectivamente, Ammaniti confiesa que hay condimentos de Niccoló en Lorenzo, el protagonista de la novela. ¿Por qué me interesa saberlo? No se. Tal vez es un reconocimiento de que hay alguien detrás de la pluma. Tal vez es porque yo me creo todos los cuentos. Quizás es parte de lo que me hace llorar cuando leo.

¡Qué loco ver en un bar a una mina que trata de limpiarse las lágrimas mientras toma un café y sostiene un libro! Son las últimas páginas. El escritor dice que no le importan los finales. Miente. O eso que no le importa a mi me suena a perfecto. Es una novela que pareciera tener sólo lo que se necesita. Prolijamente bordado. Punto por punto. Y si hay pespuntes, no se notan.

Tiene otro mérito. Hizo regresar al banquillo de los directores a Bertolucci después de 10 años de ausencia. Siempre me da miedo mirar los libros filmados, pero tal vez me atreva.

“Tu y yo” debería reunirse en una habitación secreta con “La soledad de los números primos” y “La elegancia del erizo”. Sin duda son lecturas amigas, o hermanas. Para mi forman parte de una misma familia en la biblioteca virtual que se me arma en la cabeza. Las tres son historias de soledades que se conectan y se transforman. Los títulos no pueden ser más hermosos. “La soledad…” y “La elegancia…” también son películas de cine. Tampoco las vi.

Vuelve a llover. Y yo a punto de salir para el jardín a buscar a las mellis. Ni noticias de El hada Patricia, que no tiene pensado pasar otra vez por casa. Cami dice que todo lo que corta la rutina tiene que ser bienvenido. Incluso la lluvia.

Pero hoy es un día melancólico. Para quedarse adentro de un sótano y ya. Bien equipado, ojo. Como Lorenzo, el de Niccolò Ammaniti, que se pensó un mundo donde el afuera quedara afuera. También descubrió que es imposible. 

Mañana será mejor.

Gracias Dany por el libro. Ideal para un día nublado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario