lunes, 26 de noviembre de 2012

Canciones de El Elegido. Música que se lee.


Pedile que toque La balsa dice Elsa cuando le dejo a todas mis hijas. Eso es de Los Gatos, ma.

Tiene avisado. Sólo puede llamarme si se presenta un problema que raye lo quirúrgico. Es la primera vez que Emi y More, mis mellis, se quedan a dormir fuera de casa. Intenten imaginar. Es un acontecimiento que venimos planificando desde hace días, semanas.

Cuando hace unos meses Diego me insistió en ir a Ferro yo le dije, ¿me llevo la compu por si me embolo? Es que Silvio es –era- poco complaciente y te canta sus últimos discos, que conozco de oídas (aunque cada vez más).

Pero inesperadamente, el tipo se manda con su guitarrita y recita todas sus poesías, esas que fueron –como dice una muy linda nota de Página 12- telones de fondo de varios momentos de mi historia. Me gusta escuchar canciones que relaten. Por eso Silvio, sin duda. Debo confesar que tuve alejamientos y hartazgos. Diego en cambio es un incondicional.

Nombrame canciones le dice Diego a Vale  después de ese recital. Óleo. La cantó. El elegido. La cantó. Ojalá. La cantó. El necio. La cantó. La silla. La cantó. Hoy mi deber era. La cantó. Mujeres. La cantó. Al tibio amparo…, El enanito, Angel para un final, Playa girón, Rabo de nubes. Te doy una canción, el final. Y la lista sigue.

Cuando salieron las entradas para el Luna, no lo dudé. Esta vez yo quería ir y no solo para acompañar a mi muchacho o para salir una noche sin niñas. Y ahí aparece el cubano en el escenario. Tan seductor en su histrionismo mínimo. Está grande, pero me enamora. Conozco poco de música, pero hasta yo me doy cuenta que se trajo unos guitarristas de la hostia.

Va de memoria y sin mucho filtro: “Los amores cobardes no  llegan a amores ni a historias se quedan allí. Ni el recuerdo los puede salvar. Ni el mejor orador conjugar”. “Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos lleva la vida”. “Soy feliz, soy un hombre feliz y espero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad”. “Cómo gasto papeles recordándote. Cómo me haces hablar en el silencio. Cómo no te me quitas de las ganas”. “Que debiera decir, qué fronteras debo respetar”. “Ahora comprendo cual era el ángel que entre nosotros pasó. Era el más temible, el implacable el más feroz”. “ “Yo me muero como viví”. Diego agrega: “Yo vivo de preguntar. El saber no puede ser lujo”.

Silvio cuenta que en un viaje desde La Habana hacia México advierte que sólo hay dos pasajeros en el avión. Él y Gabriel García Márquez. Nadie más. En la hora que dura el vuelo el escritor le relata ideas que no son novelas ni cuentos sino apenas canciones. Silvio se las guarda para ver si puede otorgarles un son. Y luego de muchos años escribe una de ellas. Esa imagen vale el Luna Park. Y hubo tanto más.

Mi vieja me dice que para una segunda cita nocturna con sus nietas menores –verdaderos ángeles-  deben pasar unos 13 años. Solicita certificado de 15  cumplidos. Si queremos más salidas, habrá que buscar otros caminos. Propuestas se aceptan. Tengo tantos pendientes…

Aquí va la nota de Página 12. Karina Micheletto describió y muy bien mis sensaciones de un viernes maravilloso. La educación sentimental tituló.

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