martes, 19 de febrero de 2013

Julieta en mi cuerpo


Sábado tres de la tarde. Mi cama está a tope.

Opción, libro en la pieza de las mellis. “Lengua madre”, de María Teresa Andruetto. Julieta –una de las tres mujeres que tejen la trama- es hablada en tercera persona.

“Soñó que se incorporaba en la cama y que su madre la abrazaba. En el sueño ella sabía que su madre estaba muerta, que abrazaba a un cadáver, los huesos y jirones de su carne, y ya no sentía rencor sino un dolor inmenso y un poco de aprehensión”.

Después siesta.

Me despierto con la voz de Emilita que pide agua. Y mientras de manera automática me levanto para alcanzarle el vaso (¿por qué me lo habrá pedido a mí y no a Diego?) me doy cuenta.

Soñé.

Pero soñé como si fuera Julieta.

No es que soñé que era Julieta.

Yo soñé como si fuera Julieta.

Creo que nunca antes me había sucedido una experiencia parecida.

Domingo a la mañana.

Mate. Las chicas duermen y Diego lee diarios. Yo termino la novela.

Y lloro.

Obviamente.

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