sábado, 9 de marzo de 2013

Tráfico literario


Aunque somos dos chicas de más de 40, Dani y yo estamos conectadas a través de todas las redes que tenemos a mano. El otro día le conté una escena que la involucra por mensajito de whatsapp. “Así somos los libros y las personas”, contestó ella. Por whatsapp. Y tiene razón.

La historia detrás de la escena
Elsa –mi vieja- subraya todo libro que lee. Jordana –que a veces lee los libros de Elsa- odia sus anotaciones. Dani también marca los textos.

Dani llega a casa con dos de sus chicos y dos libros. Los chicos, los mellis, Fran y Mati. Los libros, “Lengua madre” –delicia, de María Angélica Andruetto- y “Escribir”, de Marguerite Duras. Dani se va y quedan Fran y Mati, amigos de Cami, mi hija, la que no es melliza. También me deja a Duras y a Andruetto.

Entonces viene Elsa. La vieja siempre llega con bolsita y libros.

Despliega. Quita. Pone. Todo está permitido entre nosotras.

Otro día
Vieja, ¿es posible que te hayas llevado “Escribir”?
Si, lo estoy leyendo. Es increíble.
Vieja, es de Dani. Por favor no lo subrayes.

Es que Elsa es peligrosa. Y lo digo con conocimiento de causa. Escribe libros prestados. Y ese título de Marguerite...

"Escribir" no es el original de Dani, ese que leyó y marcó. Es que lo prestó y no se lo devolvieron. Ahora soy una vil intermediaria entre una que presta y otra que debe devolver.

Pero Elsa sí devuelve “Escribir”. Y está encantada. Es tan intenso, dice, o algo parecido. Miro rápidamente las hojas. Alivio. Está igualito, igualito a como Dani me lo prestó. Hay que admitir que la vieja manejó bien su adicción a las marcas.

La escena
“Escribir” está sobre la mesa. Me espera. Pero de repente.

En mi biblioteca, entre otros libros me encuentro con “Escribir”, de Marguerite Duras.

Miro a la mesa. Miro a la biblioteca.

“Escribir” en la mesa y en la biblioteca.

En la mesa
La primera hoja dice Daniela.

En la biblioteca
La primera hoja dice.
“Elsa”.

Reconstrucción del hecho
Yo le robé “Escribir” a Elsa (Dani, despreocúpate, a vos te lo voy a devolver). Uno puede suponer que Elsa lo compró y yo me lo robé antes de que ella  llegara a leerlo.

Pero no, definitivamente no. Existen pruebas irrefutables para afirmarlo. ¿Cuáles?

¡Está subrayado! Por Elsa. (Jordi, abstenete, vas a odiar sus marcas).

Y sin embargo lo leyó una segunda vez como si nunca lo hubiera conocido. Y lo adoró casi a primera vista.

Mensajes después de la escena
Dani. Whatsapp. “Así somos los libros y las personas. Nos escondemos, nos encontramos, nos desencontramos. Volvemos a aparecer…”.

Silvina. Whatsapp. “Te voy a tener que citar, Azulay. Ah.  ¿Le puedo prestar “Lengua Madre” a Vale?”

Dani. Whatsapp. “Obvio”.

El tráfico continúa.

Apostilla
“Escribir”.

Marguerite lo asegura. Para escribir se necesita soledad y silencio.

Mi realidad es tan distinta...

Mientras intento la letra en la computadora Cami no para de pedir pintura en aerosol. Y ese es sólo un azulejo que muestra el piso.

¿Será una de las razones por las cuales soy una lectora que al momento se conforma con ser escribidora?

Ya llegarán otros tiempos.

Jordi, tal vez algún día hasta completo esa historia que vos me pedís y yo no puedo seguir.

Epílogo
Cami, ¿te gustó?

Si, ¿puedo ir a comprar aerosol?

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